Os comparto parte de los resultados de un estudio publicado en la revista JAMA Neurology. En él, describen las manifestaciones neurológicas de 214 pacientes que habían sido hospitalizados en Wuhan (China) con diagnóstico confirmado de infección por SARS-CoV-2.
Para ello, dividieron las manifestaciones neurológicas en: Aquellas producidas en el sistema nervioso central (CNS), el sistema nervioso periférico (SNP) y daño muscular.
Como resultado, 78 pacientes (36.4%) presentaron manifestaciones neurológicas. En los pacientes clasificados con infección severa fueron más comunes estas manifestaciones neurológicas, además de un incremento de la respuesta inflamatoria.
Sistema Nervioso Central: presentes en un 24.8%, siendo los síntomas más comunes mareo y dolor de cabeza. Los pacientes con manifestaciones neurológicas en CNS mostraron diferencias en otras pruebas de recuento sanguíneo.
Sistema nervioso periférico: presentes en un 8.9%, siendo las más comunes alteraciones del gusto y del olfato.
Daño muscular: Presentes en un 10.7%. Los pacientes con daño muscular presentaron alteraciones en las pruebas de laboratorio que revelaban una alteración de la respuesta inflamatoria y de la función de coagulación sanguínea. Además, estos pacientes presentaban daño multiorgánico.
De los resultados de este estudio, los autores concluyen en parte que:
El SARS-CoV-2 puede infectar el sistema nervioso y el músculo esquelético, así como el tracto respiratorio.
En aquellos pacientes con infección severa, el compromiso neurológico es mayor, lo que incluye enfermedades cerebrovasculares agudas, alteración de la conciencia y lesión músculo esquelética.
En este nuevo post os resumo 10 puntos claves sobre el tipo de fatiga que sufren los pacientes oncológicos, desde el inicio de la enfermedad hasta incluso años después de la curación. ¿Qué hay detrás de este tipo de cansancio, en qué se diferencia del cansancio normal y a qué se debe?
Vamos allá.
Definición.
La fatiga relacionada con el cáncer (en inglés, Cancer Related Fatigue, CRF) se define como una sensación agotadora, persistente y subjetiva de cansancio o agotamiento físico, emocional y/o cognitivo. Por tanto, cuando hablamos de fatiga relacionada con el cáncer, no nos referimos estrictamente al ámbito físico de la persona.
2. ¿En qué se diferencia del cansancio que experimentan las personas sanas?
No es proporcional a la actividad que se haya realizado previamente, y es mucho más marcada, por lo que interfiere en la vida de quien lo padece. Es decir, una persona sana puede sentirse cansada después de alguna actividad física y/o mental, y ese cansancio será mayor cuanto más intensa haya sido la actividad. Sin embargo, el paciente con cáncer puede sentirse cansado sin haber realizado ninguna actividad. Y lo que es más, ese nivel de cansancio no será mayor por haber realizado más actividad previamente. Además, la sensación de cansancio es más marcada, y por tanto es más limitante.
3. Prevalencia ¿Cuántas personas la padecen?
Un alto porcentaje de pacientes. De hecho, es uno de los síntomas más frecuentes. Se calcula que un 70% de los pacientes con cáncer y hasta un 30% una vez superada la enfermedad. Los niveles de fatiga moderada se estima entre el 30-60%, mientras que niveles más severos de fatiga se encuentra en un 7-52% de los pacientes.
4. ¿A qué se debe?
Su etiología u origen no está del todo clara y se barajan varias hipótesis. En la actualidad, se cree que es multifactorial. Es decir, muchos factores intervienen en ella. Entre los mecanismos biológicos que pueden influir en ella, la hipótesis más aceptada es la de la inflamación. Según esta teoría, las sustancias proinflamatorias como las citoquinas de la periferia mandan señal al cerebro conduciendo a la fatiga. A su vez, estas citoquinas estarían reguladas por procesos neurales, neuroendocrinos e inmunes.
5. Es muy compleja
Como comentaba en el punto 4, la patobiología es compleja y se cree que es causada por una cascada de eventos que resultan en la producción de citocinas proinflamatorias, pero también otros procesos tales como la disfunción de activación hipotalámica-pituitaria-adrenal (HPA), la desregulación metabólica y / o endocrina , la interrupción del ritmo circadiano y anormalidades de la función neuromuscular.
En un lenguaje no médico: Hay muchos factores y mecanismos del cuerpo humano que se relacionan con la fatiga (y a su vez entre ellos mismos) y que pueden influir en la misma. Al fin y al cabo, separamos los sistemas del cuerpo humano para explicarlos y entenderlos, pero todos ellos están unidos y es imposible separar unos de otros cuando es estudian.
6. Trayectoria Individual.
Cuando se estudia esta fatiga en los pacientes, se ha observado que hay pacientes que tienen niveles de fatiga baja, media o alta. A su vez, estos niveles de fatiga pueden seguir distintas trayectorias. Por ejemplo, hay pacientes que tienen niveles de fatiga bajos que aumentan con el tiempo y también lo contrario; pacientes con niveles de fatiga más altos que se van incrementando.
7. Factores influyentes: «Las 3 P».
Estas diferencias individuales en la fatiga se deben a:
Factores predisponentes: Son características que estaban presentes antes de la experiencia del cáncer. Por ejemplo, hay estudios que demuestran que haber sufrido adversidad infantil predice mejor la fatiga que otras variables biológicas (Curioso, Verdad?)
Factores precipitantes: condiciones que desencadenan la aparición de los síntomas. Por ejemplo, el tratamiento.
Factores perpetuantes: Contribuyen al mantenimiento de los síntomas a lo largo del tiempo. Por ejemplo, las alteraciones del sueño.
8. Factores de riesgo psicológicos.
Entre los factores psicológicos que predisponen a un paciente a padecer fatiga encontramos la adversidad infantil, la historia previa de depresión, rasgos de ansiedad y la soledad. La relación entre estos factores con la fatiga es muy compleja. Por ejemplo, la fatiga es un síntoma de la depresión, pero la depresión también puede producir fatiga; la soledad predispone a la fatiga, pero la fatiga también puede precipitar sentimientos de aislamiento social. A su vez, todos los factores psicológicos interactúan con los factores biológicos del punto 5.
9. Factores físicos.
En el paciente oncológico hay un desancodicionamiento físico. Por un lado, hay una reducción de la capacidad para consumir oxígeno debido al tratamiento, la inactividad física y la edad (en aquellos pacientes de edad avanzada). Por otro lado, hay disminución de la función muscular, que se ve favorecida por el sedentarismo, aunque también hay un desgaste muscular debido a la inflamación producida por factores tumorales, así como daño en la estructura muscular debido al tratamiento. Todo esto conduce a una alteración de la producción de energía por el músculo.
10. El ejercicio físico terapéutico como tratamiento.
Del punto anterior se puede deducir que el ejercicio físico, la actividad física y la interrumpción del sedentarismo es beneficioso. De hecho, un metaanalisis realizado en el 2017 comparó comparó los efectos sobre la fatiga de las 4 intervenciones más empleadas para el tratamiento de la misma:
Ejercicio Físico
Psicológicas
Ejercicio + psicológicas
Farmacológicas
Aunque todas ellas producen mejoras, el ejercicio era la intervención que más mejora producía. La efectividad del ejercicio no se relaciono con el tipo de ejercicio usado (aeróbico, de fuerza, o una combinación de ambos).
Hola a todos. Mientras escribo estas líneas estamos toda España (y la mayor parte del mundo) en confinamiento por COVID-19, así que espero que estéis bien.
Hace unos días, contactó conmigo Pilar Crespo, una fisioterapeuta para que hiciera una entrevista sobre la Fisioterapia en el ámbito de oncología. Se he publicado en el blog de la consulta que lleva en Zaragoza, Helse Fisioterapia.
Os comparto el enlace por si puede ser de vuestro interés:
Gracias Pilar por arropar con tanto cariño mis palabras.
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